España No Pide Perdón

“Es un acto de humildad ofrecer perdón, es un acto que dignifica tanto al que lo ofrece como al que lo recibe,” delinea el Presidente de México Andrés Manuel López Obrador al reino de España al pedirle que este solemnemente se disculpe por las terribles acciones cometidas en la conquista. A finales del siglo XV, los españoles a su llegada a las Américas, afectarían enormemente la demográfica y cultura de la región. Muchos de los conquistadores, como Hernan Cortés, son conocidos por el gran nivel de violencia y opresión que practicaron al llegar a estas tierras. No obstante, algunos han respondido a la solicitud del presidente mejicano diciendo que la gran parte de las muertes indígenas fueron a causa de factores ambientales como las enfermedades y a las prácticas como el sacrificio humano, y que el nivel de genocidio de la conquista que normalmente es asumido es exagerado. A esta tendencia se le ha llamado la Leyenda Negra en la cual la historia es envuelta en un aire anti-español y anti- católico. A esto se le suma la Controversia de Valladolid, un debate moral que hubo entre los españoles donde determinaron los derechos de los indígenas. Este llamó al freno de la conquista indiscriminada del territorio americano, de forma que solamente las órdenes religiosas podían explorar suelo desconocido para fundar misiones. A pesar de que ciertas leyes llegaron a pronunciar defensas hacia los indígenas y hubieron también otros factores causantes al gran número de muertes indígenas, los españoles son culpables de cometer grandes abusos y atrocidades en contra de los indígenas. Hoy en día, están disponibles un gran número de textos escritos por aquellos que vivieron en esos tiempos que relatan la gravedad de las acciones de los españoles. Bernal Díaz del Castillo, un soldado español, en su escrito demuestra que hubo una violenta imposición religiosa. También se logra detectar en la misma carta de Hernán Cortés al rey como se cometieron grandes matanzas en contra de los indígenas. Igualmente, se ve la formación de un sistema laboral abusivo el cual es un mismo español, Fray Bartolomé de las Casas, quien formalmente lo denuncia en una carta al rey. Finalmente, Hernando Alvarado, un noble nahua, demuestra cómo los españoles con el interés de ganar poder y completo dominio de las Américas, se aprovecharon de la vulnerabilidad de los indígenas.

Los indígenas, al llegar los españoles demostraron tolerancia hacia ellos, sin embargo, los españoles actuaron violenta e inhumanamente, imponiendo despiadadamente sus creencias religiosas. Al llegar los conquistadores, los indígenas actuaron de forma diplomática y acogedora. Esto se puede notar a través del texto la Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España escrito por el cronista Bernal Díaz del Castillo. Este fue un soldado que presenció uno de los acontecimientos más importantes de la conquista del Imperio de México incluyendo la toma de Tenochtitlán. En su historia deseaba dar a conocer lo que verdaderamente pasa en la conquista y es así como relató como Gonzalo Guerrero (un español que había llegado a la Nueva España) logró adaptarse y convivir fácilmente con los indígenas. Cortés al ver que habían dos españoles viviendo con los indígenas, asumió que estaban bajo captura de los indígenas. En consecuencia, Cortés le solicitó al cacique que a cambio de un regalo los liberara. El cacique aceptó y permitió que se encaminaran. No obstante, Gonzalo (un de los “capturados”) al ser llamado a retornar con los españoles, voluntariamente decidió quedarse pues como pronunció en su carta: “Hermano Aquilar: Yo soy casado y tengo tres hijos , tienenme por cacique y capitán cuando hay guerras, idos con Dios…”. Gonzalo revela que no solamente llevaba una vida de familia junto con una mujer indígena sino también los indígenas le habían demostrado confianza al nivel que se le concedió una posición de poder. Esta ocasión aunque es singular retrata la diplomacia y tolerancia que hubo durante el proceso de mestizaje. Bernal también nos informa que Hernán Cortés estaba presente en una de las celebraciones religiosas que estaba tomando curso en la isla de Cozumel. El hecho que permitieran una presencia española en uno de las tradiciones más preciadas por los indígenas, señala que los españoles eran considerados figuras tolerables para estar en prácticas para ellos tan significativas. A pesar de la mano acogedora de los indígenas, los españoles decidieron llevar las manos despóticas. Al ser recibidos a las celebraciones religiosas cometieron acciones irrespetuosas, violentas hasta sacrílegas a los ojos de los indígenas. El mismo Bernal se refiere en el libro al sermón como “aquel negro sermón” caracterizándola como magia negra. Los españoles les dijeron que sus creencias eran una práctica vil que los llevaría al infierno. Finalmente, Cortés demuestra una brutal imposición religiosa al mandar que despedazaran los ídolos de la religión indígena para ser reemplazados en el mismo lugar por una cruz y la imagen de la Virgen María. Notablemente, los indígenas rechazaron esto, pues “sus antepasados adoraban a aquellos dioses porque eran buenos”. La conversión fue un proceso involuntario y liderada violentamente una violación a los derechos humanos de los indígenas.
El sistema de la encomienda no llega al nivel de ser llamado un sistema de esclavitud, no obstante este fue todavía un sistema injusto y cruel. El mismo Fray Bartolomé de las Casas delineó en su carta Brevísima relación de la destrucción de las Indias este sistema como una de las dos maneras principales que las Américas fueron llevadas a gran destrucción por parte de los españoles “oprimiéndolos con la más dura, horrible y áspera servidumbre en que jamás hombres ni bestias pudieron ser puestas”. Fray Bartolomé de las Casas era un sacerdote español el cual dedicó parte de su vida a defender a los indígenas. Por lo tanto, el efecto que buscaría probablemente convocar en esta carta sería alarmar al lector, que en esta caso era el mismo rey, su majestad. Fray Bartolomé le escribía al rey este texto con el propósito de convencerlo que tomara medidas en relación al comportamiento de los españoles hacia los indígenas. Sin embargo, este era un hombre que no solamente había presenciado el sistema de la encomienda pero también había sido parte de ella, el mismo que había sido comendador al igual que su padre. Bartolomé pudo haber continuado formando riquezas bajo el sistema de la encomienda. No obstante, al ver los abusos en contra los indígenas en el sistema, su simple humanidad le provocó la obligación de no hacerlo. Por esto, llegó a convertirse en sacerdote para evangelizar y ayudar a los indígenas. Eventualmente, ayudaría a pasar a lo que se llamarían las Leyes Nuevas que subrayaría los derechos de los indígenas. En conclusión, se vio necesario pasar estás leyes en ojos de las autoridades españolas demostrando que hubo un acuerdo grupal que iba más allá de simplemente Bartolomé de las Casas que acertaba que este sistema era abusivo. Desafortunadamente, el poner estás leyes no garantizó que estas fueran respetadas.

Los españoles ejecutaban ataques bajo ninguna o mínimas provocaciones de parte de los indígenas. Hernán Cortés estaba percatado cuán inhumana eran sus acciones y que habían españoles que presenciaron tales atrocidades que deseaban delatarlo. En consecuencia, Cortés decidió escribirle una carta al rey Carlos V defendiendo su posición. Hernán Cortes había visto el potencial que tenían las Américas, abundantes en recursos y con un territorio que harían a España crecer como imperio. Cortes describe lo que vio cuando los indígenas lo invitaron y le regalaron collares de oro como “cada uno con ocho camarones de oro de mucha perfición tan largos casi como un jeme”. Aunque solemnemente recibieron a Hernán Cortés cuando su traductora, la indígena Malintzin, le mencionó que habían rumores de que los indígenas planeaban atacar, embarcó una matanza a la que hoy se llama la matanza de Cholula. Mató a tres mil indígenas y a sus gobernadores que estaban desarmados en un cuarto donde los había recibido como invitados dejando al pueblo indígena sin muchos de sus líderes. Hernán confesó en la carta tal acontecimiento diciendo “, Y así se hizo, que después que tuve los señores dentro en aquella sala dejélos atando y cabalgué e hice soltar la escopeta, y dímosles tal mano que en dos horas murieron más de tres mil hombres.” Fue un evento notablemente cruel e injusto y por lo tanto sabiendo que llegaría a oídos del rey el debía abogarse. Buscando justificarse, escribió en la carta “,Y así por esto como por las señales que para ello veía, acordé de prevenir antes de ser prevenido”. En su argumento podemos ver retratado, que aunque argumenta que era guiado por el deseo de defenderse, no hubieron amenazas más que un simple rumor, que haya igualado a la necesidad de la matanza de un pueblo. Tristemente, la distancia entre las Américas y España hizo muy difícil que estos fueran gobernados bajo el estado de derecho (aunque hubieran leyes como las Leyes Nuevas) , permitiendo que se formara una especie de anarquía entre los conquistadores.

Los indígenas tenían prácticas como el sacrificio humano que en efecto es merecedora de desdén e restricción, sin embargo la magnitud de la brutalidad en la que la guerra fue llevada y el poder económico y político que traería la conquista a los españoles demuestra que esta no fue una guerra guiada en nombre de la moralidad y justicia sino la ambición humana que se aprovechó de un población vulnerable. En la obra escrita por Hernando Alvarado La crónica mexicana este relata un episodio en la cual Hernán Cortes al presenciar una de los sacrificios humanos en una de las celebraciones de Moctezuma se enfada y decapita la cabeza de quetzalcoatl causando revuelta entre la tribus y así “mató, el dicho capitán a los de aquel pueblo más de diez mil.” Hernando Alvarado era un noble nahua que en su obra misma se refiera a los sacrificios humanos como una “carnicería”y “abominable crueldad”es decir su relato no llevaba en intención favorecer esta práctica. No obstante, en tal texto se puede encontrar la desproporción de la brutalidad ejercida por la mano del conquistador, en este caso Hernán Cortes de un solo matando diez mil del pueblo. Los españoles estaban percatados de la capacidad militar y ventaja de armas que tenían. Esto ya ni era ojo por ojo, diente por diente. La violencia fue exagerada y una sobreexplotación de su capacidad utilizada no en búsqueda de cambiar el estado moral de los indígenas en relación a los sacrificios humanos, sino en dominar la población y usurparlos de su autonomía y autogobierno. En la caída de Tenochtitlán murieron cien españoles por cien mil aztecas. La historia del siglo XV nos enseña cómo estas simples expediciones comenzaron, con el propósito de expandir poder y dominio de tierras. Este fue el propósito de España y de otros imperios. Al llegar a las Américas, ese objetivo no cambió y las acciones tomadas fueron en búsqueda de ganancias económicas y políticas. Cortés era un hombre ambicioso quien formó alianzas con ciertas tribus indígenas para derrocar a los Aztecas, tribus que similarmente llevaban creencias y prácticas que para tal hombre serían consideradas heréticas, inmorales y “magia negra”. Si Cortés verdaderamente buscaba guerra por razones morales no hubiera formado alianzas con aquellos grupos que seguían esas mismas por las cuales formaba guerra. Mucho antes de presenciar tal atrocidad de práctica, Cortés ya había ejercido matanzas. Por lo tanto se puede concluir, que los sacrificios humanos no fueron los conductores de la guerra sino la codicia de los hombres que al ver la certidumbre de salir victoriosos en someter a los indígenas a cambio de mucho poder no dudaron en tomar la oportunidad.

En el continente Americano había una civilización de familias, gobiernos y líderes con sus propias tradiciones, costumbres y creencias. Carácteristicas que son fruto solamente del criterio humano tales igual como la de los españoles. Sin embargo, los españoles no los trataron con tal dignidad ignorando su derecho de la vida, práctica de religión, justicia y libertad. Viendo como hombres españoles al igual que indígenas han probado en sus escritos estas violaciones solo queda volver a preguntarse: ¿Merece México y Las Americas una disculpa?

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